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Una vida llena de orgasmos emocionales

No sé si estoy viviendo un very early mid-life crisis o qué, pero desde que cumplí 30 años no paro de pensar en el tiempo. Tengo la teoría de que el tiempo está pasando más rápido de lo usual y de eso he hablado en múltiples ocasiones con Josean y Claudia ¡Ellos también lo piensan!.

Los años ya no duran como antes, la Navidad cada vez se me hace más corta y los domingos no rinden para la siesta after brunch. De hecho, parece como si fuera ayer cuando despedimos 2017 y ya empezamos hablar de como despedir 2018. Todavía me acuerdo, claramente, de muchas cosas que viví cuando estaba en el colegio (#siempresanantonio). De hecho, lo que me sorprende no es que me acuerde de mis historias colegiales sino que, si hacemos el cálculo, estamos hablando de que cuando recuerdo memorias colegiales viajo 12 años a través del tiempo. ¿En qué momento pasaron 12 años? Repito con tono más gritaíto y dividiendo en sílabas: ¿EN-QUÉ-MO-MEN-TO?

De 2006 a 2018 ha pasado muchísimo y desde 1988 a 2018 ni hablar. Desde viajes inolvidables por Europa hasta perder la presencia física de un abuelo. Desde odiar el whisky hasta llegar a amarlo. Desde hacer crítica de ciertas cosas hasta hacerme de lo que tanto critiqué. O, bueno, no hay que ponernos tan profundos. Digamos que también ha pasado bastante tiempo desde que tuve mi primer iPhone hasta ahora que tengo el 10. El tiempo pasó más rápido de lo que pensé. Por favor, alguien que me explique: ¿cómo el reloj llegó apresurar tanto sus manecillas?

Considero que he aprovechado mi tiempo al máximo. Sin embargo, perfeccionista al fin, quiero más. El tiempo está pasando y ya solo me queda el 50% de la batería… Digamos que vivimos con energía óptima hasta los 60 años. No es que a los 60 se acaba la vida sino que con los 60 viene el retiro, con el retiro llega el turismo médico y con ello las limitaciones para disfrutar la vida en constante movimiento. Con esto en mente, asumamos que a los 60 años se acaba la batería “principal” de nuestro teléfono-vida. De ser así, ¡los treinta años representan el 50%!

¿Qué haces cuando tu teléfono tiene 50% de batería ? Yo, por lo menos, empiezo a tomar juicio sobre el uso y el abuso. Empiezo a no usar tanto las redes sociales, pongo el power mode on, quito los location services, quito el bluetooth, el wifi… En fin, empiezo a seleccionar con más juicio las acciones en las que quiero gastar la batería. Empiezo a cederle la energía a lo que realmente vale la pena. Por lo que ahora que llegué a mi 50%, empiezo hacer exactamente eso: ser cauteloso y ceder mi energía solo a lo que realmente tiene más prioridad y valor. Empiezo a quitar los nice to have y hacer memorias solo con lo que me apetece y lo que no. ¡A tomar por el culo! (Léase esta última expresión con acento español).  

¡La vida se nos quiere escapar! Por eso, ahora que caí en cuenta, estoy haciendo mejor uso de mi tiempo reajustando mi vida para sentir un festival de fuegos artificiales la mayoría de las veces. Estoy enfocado en tener más momentos de esos que me provocan desear que el tiempo se detenga. Estoy enfocado en vivir lo que me quiero llevar, en tener más viajes, más paveras, más conversaciones que cambian la vida, más momentos mágicos, más momentos de calidad. Estoy enfocado en tener una vida en que el trabajo no sea trabajo. Enfocado en, como bien me dijo Jorge, construir una vida en la que celebre la llegada del lunes como si fuera la llegada del sábado. ¡Quiero una vida de la que no necesite vacaciones! 

Ya no aspiro a puestos que aspiraba antes. Ahora aspiro a una vida en la que pueda trabajar mientras vivo. Ya no deseo tener muchas riquezas porque aprendí “que la verdadera riqueza es tener tiempo para disfrutar la vida”. Porque de nada sirve ser rico o pobre cuando se acaba nuestro tiempo. Por eso, estoy enfocado en vivir una vida que, al final, me permita irme en paz sabiendo que la viví experimentando constantes, múltiples y hasta simultáneos orgasmos emocionales. 

¿Alguien más está montado en el mismo viaje? 

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