Santiago vive

Entre risas y llanto pienso: “Gracias, Andrés Santiago. Gracias por ser maestro, guía, moderador, mentor, amigo. ¡Qué afortunado fui de conocerte!”.

Gracias por alimentar mi hambre de independencia y sembrar en mí las ganas de independencia para mi país. De ti aprendí a recitar con orgullo la promesa a mi bandera y a quererla más que a la pecosa. Fuiste escultor de este ideal y esta convicción de libertad en mí, para mí y mi patria.

Gracias por despertar en mí las ganas de enriquecer mi lengua y hacerme enamorar de la literatura puertorriqueña.

Gracias por regalarme la oratoria y desarrollarme como orador. Doy fe de que mi éxito laboral ha sido, en gran parte, por lo que aprendí en la Liga de Oratoria. Gracias por regalarme un equipo, un club, una familia. “Si no estás en la liga, no das la liga”.

Gracias por esta y otras de tus citas, frases y palabras célebres: “la pena es amiga de jódete”, “a la mujer no se lastima ni con el pétalo de una rosa”, “interpreta mi silencio y oféndete”, “todo mi peso caerá sobre ti”, “SEXO”.

Santiago, gracias por tu legado…

Santiago, vives. Vives en mí y en muchos tantos en quien sembraste tus más fértiles semillas. Como escribió Laurita, “espero que te hayas ido sabiendo lo mucho que te queremos”. Y como bien dijiste en mi carta de graduación: “En mi memoria quedan los secretos compartidos, la poesía, la oratoria, las travesuras, locuras y desvaríos…”

¡Gracias, mil veces gracias! Vivirás por siempre en mí. ¡Te quiero! 

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