NOTA: Parte dos. El texto comienza igual que la primera parte pero contiene citas diferentes.
Descubrí el libro “Quiérete mucho, maricón” por accidente. Buscaba educarme sobre la homosexualidad. Mientras hacía la búsqueda me tropecé con esta joya y automáticamente se convirtió en una herramienta esencial en mi vida. “Quiérete mucho, maricón” es un manual de éxito psicoemocional para hombres homosexuales escrito por el psicólogo español Gabriel J. Martín, pionero de la psicología afirmativa gay en el mundo hispano. En este libro, el autor explica cómo la homosexualidad es una más de todas las posibles manifestaciones de la diversidad sexoafectiva del ser humano y cómo, si superamos las secuelas que nos ha dejado la homofobia, puede vivirse de forma plena, asertiva y feliz.
El libro está muy bien logrado y recomiendo a todo maricón que lo lea y lo utilice como herramienta de vida. Salir del clóset toma tiempo porque es un proceso que requiere madurez, valentía y buena salud mental. Con este escrito, intento visibilizar herramientas que existen para que todos los homosexuales podamos llevar una vida como la que merecemos, sin vergüenza de ser quienes somos.
Para hacerlo breve, estaré compartiendo mis citas favoritas en varias partes, ya que el libro es largo y está lleno de temas importantes. En esta segunda parte, comparto citas que se encuentran del quinto al noveno capítulo.
“Salir del armario sirve para confirmar que tienes una buena red social, compuesta por personas que te quieren y a las que les importas”.
“Las asociaciones LGTB están ahí para ayudarte, busca con quiénes prepararte para salir del armario. En el ámbito familiar, busca cómplices y comienza saliendo del armario poco a poco, y primero con alguien con quien tengas mucha confianza. Hay estudios que demuestran que los gais preferimos contárselo primero a una hermana y, después, al resto de la familia. Eso significa que necesitamos sentirnos apoyados por alguien cuyo apoyo sentimos como inquebrantable”.
“No puedo pedirte que comprendas mi homosexualidad de hoy para mañana cuando, para mí, ha sido algo que tanto tiempo me ha costado asumir”.
“A veces es más el miedo a lo que sucederá que la realidad de lo que ocurrirá, pero, por encima de todo, lo más importante es cómo te sentirás contigo mismo. Salir del armario es el ritual que escenifica el paso de ser un hombre que no se atreve a verbalizar quién es por miedo a las consecuencias a ser un hombre que se asume y que se muestra a los demás sin avergonzarse”.
“Lo que importa no es el destino, sino lo que el trayecto nos enseña”.
“Somos plenamente conscientes de que no estamos por debajo de nadie y que, con nuestra visibilidad y nuestro carácter reivindicativo, no hacemos sino recordarle al mundo que merecemos ser tratados con dignidad”.
“El mundo cambia porque las personas que viajamos dentro de él cambiamos y, con nosotros, lo hacemos cambiar a él”.
“Nuestros símbolos son la bandera del arcoíris (que representa a todos los colores de la diversidad) y el triángulo rosa. El triángulo rosa era el distintivo que los nazis colocaban sobre la ropa de los homosexuales en los campos de exterminio. Se calcula que entre 5.000 y 15.000 homosexuales fueron exterminados en aquellos campos donde, además, eran la casta más baja y quienes vivían en las peores condiciones.40 ¿Te imaginas lo que debe suponer ser quien peor lo pasaba en un campo de exterminio nazi? Llevamos el símbolo del triángulo rosa en memoria de todos aquellos antecesores nuestros que fueron exterminados. Así que, en memoria de quienes no pudieron decirlo sin encarar un exterminio asegurado, yo lo digo: soy maricón. En memoria de quienes fueron exterminados por ser maricones. Por ser tan maricones como yo”.
“La homofobia es violencia ejercida por gente irracional”.
“Los homófobos, como veremos, son personas con problemas psicológicos. Pero lo primero que debemos poner de relieve es que la homofobia es un prejuicio. No se trata de una fobia al estilo de la aracnofobia. Los homófobos no huyen espantados calle abajo huyendo de los homosexuales, los homófobos odian a los homosexuales. La palabra griega (fobia) significa tanto ‘temor’ como ‘aversión’. La homofobia se refiere a esta segunda acepción. ¿Por qué alguien podría odiar a los homosexuales? Por cuatro motivos principales:
a. Por prejuicios religiosos/ideológicos.
b. Por machismo.
c. Por miedo a su propia homosexualidad.
d. Por problemas psicológicos”.
“La homofobia bíblica tiene mucho que ver con el estado de guerra perpetua en que vivían los hebreos de la época en que se redactó el texto. ¿Qué necesita un pueblo de guerreros? Obviamente, soldados. ¿De dónde salen los soldados? De los úteros de sus madres. ¿Y cómo llegan hasta allí? Gracias al coito heterosexual con eyaculación dentro de la vagina. Así que un pueblo que está en permanente guerra para invadir los territorios vecinos necesita evitar la masturbación, la eyaculación fuera de la vagina, las felaciones y el coito anal (tanto heterosexual como homosexual). ¿A qué te suena de algo esta lista de prácticas? Pues sí, en efecto: es la lista de prácticas que la Iglesia considera prohibidas. Voilà! Ya sabes por qué la Biblia es homófoba. Los que escribieron la Biblia condenan todo lo que no sea reproducirse, justo como siguen haciendo los ultraortodoxos de cualquier religión actual”.
“Si Jesús bendijo la homosexualidad con un milagro, ¿quién eres tú para condenarla?”.
“Los más afeminados, son considerados una especie de «hombres inferiores». Esto es propio de la peor de las ideologías sobre el género. Este tipo de homofobia guarda relación con la fobia a la pluma y muchos hombres gais siguen presos de ella cuando se burlan de otros gais porque son afeminados. Como la abordaré en varios capítulos, solo quiero que entiendas que esta parte de la homofobia tiene que ver con el machismo porque denigra lo femenino, considera que la mujer es inferior al hombre. Es la misma ideología causante de que las mujeres sufran discriminación laboral o, lo que aún es peor, sean maltratadas, violadas o asesinadas por hombres que se consideran sus propietarios”.
“En muchas culturas, se empleaba como método de humillación a los esclavos y prisioneros de guerra la misma práctica sexual con la que nosotros compartimos placer: el sexo anal. Follarse a un hombre era un modo de humillarlo”.
“En efecto: si tú vives tu homosexualidad ocultándola, tratando de no hablar de tu vida personal y esquivando cualquier muestra de tu orientación sexoafectiva, el todófobo olisqueará tu incomodidad ante el hecho de que se sepa que eres gay. Así que usará ese incomodo tuyo para generarte presión y amedrentarte. Si él viera que no te avergüenzas de ser gay y que vives tu homosexualidad con la misma naturalidad que vives tu color de pelo, no percibiría tu vulnerabilidad y, por tanto, no le serviría para atemorizarte. Así que no soltaría comentarios homófobos. A lo mejor te insulta por hechos como que no tengas estudios, pero no por el de ser maricón”.
“Porque, no lo olvides, no estamos consiguiendo derechos, estamos eliminando discriminaciones, que es muy distinto”.
“Estamos construyendo un mundo distinto, respetuoso de verdad con la diversidad sexual. Permíteles a todos conocerte. La gente ya no cree que alguien sea malo por cómo ama. No te pierdas la vida que puedes tener llevando el corazón al aire y la frente tan alta como tu madre decía que debías llevar “Niño: ¡tú no te escondas!, que tú no le has hecho nada malo a nadie»). Hazle caso y quiérete mucho, maricón”.
“Es interesante que remarquemos que los gais experimentamos diferentes tipos de homofobia interiorizada a lo largo de nuestra biografía”.
“Tienes homofobia interiorizada si…
“… dices cosas como «En el orgullo gay se da una imagen pésima de los homosexuales porque allí nada más que hay carne y purpurina».
… dices cosas como «En el ambiente no hay nada más que alcohol, drogas y sexo».
… no te fías de ninguno de tus candidatos a novio porque los maricones somos todos unos «superficiales y promiscuos».
… dices que los gais con pluma son unos exagerados con tanta gesticulación y tanto afeminamiento. O que lo hacen porque quieren. O que solo buscan llamar la atención. O, lo que es peor: que nos «dan mala reputación a todos los demás».
“¿Por qué nunca dices «En el carnaval de Río de Janeiro se da una imagen pésima de los heterosexuales porque allí no hay nada más que carne y purpurina» o «En el mundo de la noche, incluyendo (por supuesto) las discotecas hetero, es fácil encontrar todo tipo de sustancias y gente buscando sexo»? ¿Eres de los que siempre valoran peor aquello que tiene que ver con los homosexuales y no contrarrestas esas valoraciones con aquello que también sucede en el contexto heterosexual? Una de las características de la IH es el sesgo negativista contra la homosexualidad, que se focaliza en los comportamientos negativos (o que se evalúan negativamente) de los homosexuales, pero sin reconocer que en la heterosexualidad también hay similares comportamientos. ¿Te imaginas a un hetero quejándose de que saquen imágenes de la gente bailando en carnaval porque «dan una imagen poco seria de los heterosexuales»?”.
“Quiero que sepas que la homofobia del contexto en el que has crecido ha quedado almacenada en algún lugar de tu mente y que, desde allí, está perjudicando el modo en que te ves a ti mismo y el modo en que te relacionas con los demás porque temes que, en cuanto se sepa que eres gay, eso hará que los demás te maltraten. Has interiorizado esa homofobia y casi la das por segura. Reaccionas huyendo o “escondiéndote porque tienes miedo. En resumen: si visibilizar tu homosexualidad te provoca este tipo de reacciones emocionalmente perturbadoras, entonces tienes homofobia interiorizada y es bueno que hagas algo al respecto”.
“Se pasan el día alardeando “de que son heterosexuales y saliendo del armario cada cinco minutos. Algunos heterosexuales se pasan el día hablando de sus mujeres, o de sus novias, o de las chicas que les gustan, o de las tetas que tiene aquella, ¿verdad? ¿Se supone que están alardeando de su heterosexualidad? Y también se pasan el día saliendo del armario. Lo que ocurre es que, en su caso, no llama la atención ni tiene repercusiones porque es lo que presupone la heteronormatividad. Sí dicen: «Me voy, que he quedado con mi mujer para ir a comer», o «Mañana es el cumpleaños de mi novia», ¿no están afirmando, con ello, que son heterosexuales? ¿Expresar manifiestamente la propia orientación sexoafectiva no es salir del armario? ¿Por qué no se llaman pesados a ellos mismos? Ningún heterosexual se plantea que su heterosexualidad deba ser algo que haya de mantener en la estricta intimidad de su vida privada. Y si para ellos no es algo que deba mantenerse oculto, ¿por qué nuestra orientación sexoafectiva sí debería reservarse para la esfera privada de nuestras vidas y no «alardear» de ella? ¿Ves? La homofobia justifica que un grupo de ciudadanos no tengamos los mismos derechos que los demás. En este caso, el derecho a la libre expresión de la afectividad (ver capítulo 17). Si tú repites sus argumentos de «no hace falta que alardee» es porque tienes homofobia interiorizada, que te hace creer que, efectivamente, tu homosexualidad sí debe mantenerse escondida”.
“Cuando comienzas a salir con otros gais no es que imites sus plumas, sino que te liberas de la represión que te habías autoimpuesto. Dejas de reprimir los gestos que pudieran delatar cualquier signo de homosexualidad. Yo, a este momento de la vida en que te sueltas, le suelo llamar «quitarse la faja homofóbica» porque tiene un efecto muy parecido a cuando alguien libera sus lorzas: se siente muy aliviado y le permite desparramarse libremente. En cualquier caso, y este es el primer punto que quiero que te quede claro, un gay con pluma nació con pluma. Ya les hubiese gustado haber nacido sin ella y haber evitado todas las agresiones que sufrieron en sus primeros años (o décadas) de vida, pero no fue así, tuvieron que aguantarse con no poder esconderla y con sus consecuencias. Un gay con pluma es el que más duramente recibe el castigo de la homofobia machista. Recuerda que uno de los elementos que nutren la homofobia es el machismo porque considera que las mujeres son inferiores a los hombres y, por tanto, un hombre con pluma, es una especie de «traidor a su propia masculinidad que se denigra rebajándose al estatus de mujer». La palabra «maricón» es un aumentativo de «marica», que a su vez es un derivado de María. La raíz de «maricón» se encuentra en la palabra con la que se hace referencia a la mujer, a lo femenino”.
“Un gay con pluma es alguien que no puede esconderse. Alguien para quien no existe ni siquiera la oportunidad del armario, alguien visible en contra de su voluntad y que, ni siquiera negando que lo es, puede evitar las agresiones homófobas. Un gay con pluma es el miembro más indefenso y vulnerable de nuestra comunidad”.
“¿No se supone que los gais deberíamos haber aprendido lo malo que es discriminar a los demás? ¿No se supone que los gais deberíamos haber aprendido que no se puede ir por la vida jodiendo a los otros simplemente porque no son como nosotros?”.
“Muchos homosexuales dicen que los gais con pluma distorsionan la imagen del colectivo (esa era la crítica del activismo gay inicial), como si las personas con pluma fuesen menos respetables y, por eso, arrastrarían a los demás homosexuales a seguir mereciendo faltas de respeto. Eso es homofobia interiorizada porque supone perpetuar la violencia simbólica al sostener algo que se resume en: «Existe una categoría de personas, los gais con pluma, que merecen menos respeto que los demás y con los que no queremos que se nos identifique para que no se nos falte el respeto a nosotros». La lucha debería haber sido por la dignidad de todos y por eliminar toda la violencia simbólica, no por conseguir que la violencia ya no se ejerciera contra mí, aunque se siga ejerciendo contra otros. Por suerte, los mariquitas aprendieron a vivir con dignidad por encima de los graznidos de los idiotas”.
Gracias, Gabriel J. Martin por este obsequio y por tu legado.